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libres y salvajes

jueves, 15 de septiembre de 2011

lenguaje sexista


El uso que hacemos del lenguaje hace que tengamos una percepción del mundo determinada, interiorizando valores patriarcales, de subordinación de las mujeres respecto a los hombres. Mediante el lenguaje damos forma al mundo del que formamos parte y es el reflejo de las sociedades que la forman, lo que tendrá una estrecha relación con la cultura. A lo largo de la historia, en las sociedades occidentales, la palabra la han tenido siempre los hombres, y las mujeres que la han tenido se las ha invisibilizado, por lo que la historia y los conceptos han sido construidos por los hombres y por sus intereses.
El uso que hacemos del lenguaje es sexista y androcéntrico, al utilizar el masculino como genérico, nos olvidamos de una mitad de la humanidad, poniendo a los hombres como medida de todas las cosas, como eje central y negando la realidad de las mujeres, invisibilizándonos.
Los lenguajes como sistemas simbólicos constituyen un poderoso modo de construir la realidad. La lengua tiene un poder simbólico impresionante, lo que no se nombra no existe, y a su vez, la realidad existe según se nombra. Las representaciones que creamos mediante el lenguaje pueden construir sobre nosotras una identidad que no queremos.
Hay muchas maneras de mantener el sexismo lingüístico, como puede ser la utilización del genero masculino como referente universal (los niños, los jóvenes, los agricultores…), ocultando a las mujeres, nombrándolas en relación a otras personas, no por ellas mismas (viuda de, señora de…)
El repensar el lenguaje de tal forma que nos incluya a todas implica hacer un uso del mismo justo, un lenguaje que no nos oprima en las distintas esferas de nuestra vida.
No hacen falta las @, o/a para incluir a las mujeres, en la escritura puede ser válido, aunque hay que reconocer que dificulta la lectura. Es necesario buscar otro tipo de soluciones (que haberlas, las hay). Por ejemplo utilizar genéricos reales como personas, humanidad, infancia, gente; usar los dos géneros gramaticales a pesar de que pueda parecer repetitivo, ya que son dos realidades diferentes y por tanto deben ser nombradas; usar nombres abstractos como titulación y no titulada; o cambiar la forma de utilizar los verbos o pronombres, en vez de decir los que llegaron tarde tendrán… decir quienes llegaron tarde…
Hay muchas palabras que infravaloran lo femenino y sobrevaloran lo masculino. Algunos ejemplos son: coñazo (aburrido) / cojonudo (divertido), perro (mejor amigo del hombre)/perra (puta), soltero (inteligente) / soltera (se la paso el “arroz”), atrevido (valiente)/atrevida (mal educada), suegro (padre político)/ suegra (malmetedora, cotilla)… Y muchas más que seguro estáis pensando.
Es necesario plantear que el lenguaje sexista que nos hacen interiorizar desde que nacemos hay que cambiarlo, porque el seguir con la utilización de dicho lenguaje lo único que hace es contribuir a la perpetuación del patriarcado y lo que ello conlleva.
Es necesario reflexionar, cuestionarnos la relación existente entre lenguaje y pensamiento y en la medida en que vayamos siendo más conscientes de que lo usamos inadecuadamente, poder realizar un esfuerzo que nos ayude a modificar la forma de expresarnos. Las lenguas cambian según el momento histórico y cultural que se encuentren, ya que son producto de las personas, por tanto, podrían fomentar una forma de pensar sexista. Es cierto que aunque se erradicará el lenguaje sexista, la desigualdad de sexos no acabaría ahí; pero empezarían a cambiar muchas cosas. El lenguaje nos atrapa desde pequeñajas, siendo una forma muy sutil de oprimirnos.
La vida de las mujeres ha sido y quiere seguir siendo silenciada,  necesitamos ser escuchadas y sacar de las sombras nuestra historia. Por lo que uno de los cambios a llevar a cabo empieza por utilizar el lenguaje como instrumento de cambio social y personal, para romper con el sistema dominante.
Dice la poeta Adrienne Rich que “en un mundo donde el lenguaje y el nombrar las cosas son poder, el silencio es opresión y violencia”
El cambio empieza en nosotras mismas, cuando trasformemos el lenguaje, podremos trasformar la realidad. No dejemos que silencien nuestras voces.
La Brufe

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